Campamento de los Zuavos de Duryea en 1861

Campamento de los Zuavos de Duryea  en Federal Hill, Baltimore (Maryland).

Publicado el 4 de septiembre de 1861

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The little Zouave

The little Zouave: "up boys and at them"
The little Zouave: "up boys and at them"
Una ilustración interesante en la que aparece un chaval con el vestido de zuavo, con sus pantalones bombachos, chaqueta corta con el tombeau Zouave y el fez con su borla. En una mano sostiene la bandera de la Unión, la actual de los Estados Unidos de América, y en la otra una pequeña espada.

A pie de ilustración con el título de El pequeño Zuavo y "arriba chicos y a por ellos"

Publicado en Nueva York por Currier & Ives, en1861.

Fuente: Libray of Congress
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La Guardia Suiza Pontificia. PFB 2016

Su historia comienza a finales del siglo XV en el que ya se buscaba un cuerpo estable para la protección del Papa, ya que eran numerosos los mercenarios extranjeros que servían en los ejércitos del Papa. Los primeros intentos fueron llevado a cabo por el Papa Sixto IV, pero fue el cardenal Giuliano della Rovere, que posteriormente fue el Papa Julio II, a quien le llamo atención los mercenarios extranjeros especialmente a los soldados suizos por su coraje, sentimientos nobles y lealtad que poseían. Por lo que el Papa solicitó a varios cantones católicos de la Confederación Suiza que aportaran unos 200 soldados para la protección del Papa y de la Santa Sede. Fuel el 22 de enero de 1506 cuando llegaron los primeros soldados bajo el mando del Capitán Kaspar Von Silenen, y es esta la fecha que se establece como la fundación de la Guardia Suiza Pontificia.

Fueron numerosas ocasiones que combatieron junto a otros cuerpos de los ejércitos papales en el que se incluían en la última fase de este ejército papal a los Zuavos Pontificios entre otros cuerpos, ya que el ejército papal desapareció junto a los Estados Pontificios tras la reunificación de Italia en la década de los 1870.

Su primera gran acción tuvo lugar el 6 de mayo de 1527 en el “Saqueo de Roma” por parte de Carlos I de España, ya que su ejército se disponía a entrar en San Pedro para tomar al Papa Clemente VI, pero la Guardia Suiza Pontificia les hizo frente en la propia escalinata de la Basílica donde murieron 147 de los 189 soldados que formaban la Guardia Suiza, con lo que les dio tiempo al resto para poder evacuar al Papa al castillo de San Angelo y salvar  así su vida. Cada 6 de mayo los nuevos reclutas hacen su juramento al Papa para incorporarse a la Guardia Suiza Pontificia. Otra curiosa acción fue en la II Guerra Mundial, cuando el ejercito alemán ocupo Roma en septiembre del 1943, el Papa Pio XII ordeno guardar las armas de fuego, y el ejercito alemán no se atrevió a entrar a la ciudad del Vaticano por ordenes de Hitler, teniendo enfrente al ejercito alemán a una Guardia Suiza con su particular uniforme y sólo armado con la alabarda característica.


Su organización ha tenido varias transformaciones a lo largo de su historia, pero la última llevada a cabo por el Papa Juan Pablo II, queda de la siguiente manera: un Capitán Comandante con el grado de Coronel, un Teniente con grado de Teniente Coronel, un capellán con el grado de Teniente Coronel , un Alférez con el grado de Mayor, un Alférez con el grado de Capitán, un Sargento Mayor con el grado de Teniente , cuatro Sargentos con el grado de Alférez, 10 cabos 1º con el grado de Suboficial, 10 cabos con el grado de Sargento-Mayor y 70 alabarderos con el grado de Sargento, totalizando unos 100, aunque esta cantidad puede ser superior por los reclutas. Resulta curioso los mandos ya que tienen mucha afinidad por los que se utilizan en las fiestas de Moros y Cristianos de Bocairent y el la Filà del Tercio de Zuavos, compuesto por Capitán, Alférez, Sargento y Cabos. Otra de las características son las condiciones para formar parte, ya que deben cumplir los siguientes requisitos: tener nacionalidad suiza, medir como mínimo 1,74 cm, ser católico romano, soltero, tener estudios mínimos de bachiller, tener una reputación intachable y haber cumplido con el servicio militar. Además de ser la unidad militar más antigua del mundo, también son los únicos que combinan el armamento moderno con alabardas y espadas.

Respecto al uniforme, que es lo que más destaca y por eso son tan conocidos, no fueron diseñados ni por Miguel Angel ni por Rafael, sino que la sastra que los confecciono se fijo en estos dos autores y también por la moda francesa de los siglos XVI y XVII. El uniforme actual se introdujo con el mandato del Comandante Jules Repond durante el periodo de 1910 a 1921. El uniforme más conocido es de Gran Gala con su jubón con acuchillado en las mangas de color azul, amarillo y rojo, que eran los colores de los Medici,  siendo del mismo estilo las calzas y las polainas. Los guantes y la gola son de color blanco, y la coraza de cuatro partes. El casco es un morrión de metal, que lleva en los laterales el escudo de la familia Della Rovere, y como colofón tiene una pluma de avestruz, que dependiendo del color corresponde al rango, siendo el color blanco para el Comandante y Sargento Mayor, púrpura para los Tenientes, rojas para los alabarderos y amarilla/negra sobre un morrión negro para los tambores. Pero otro de los componentes que encontramos en su uniforme, que es más utilizado para los uniformes de servicio son las boinas en color negro, que también son utilizadas con el uniforme de gala para los soldados.



En la foto podemos apreciar el uniforme de la Guardia Suiza Pontificia “sui generis” que salió el 2 de febrero de 1980 en el desfile de la Entrada de Moros y Cristianos de Bocairent por parte de la escuadra especial Miguel Silvestre pertenecientes a la Filà Tercio de Zuavos. Fue toda una novedad para la época, ya que era la primera vez que se utilizaba este uniforme en este tipo de desfiles de Moros y Cristianos, ya que la temática adoptada es totalmente diferente a los trajes especiales que recuerdan las huestes tanto mora como cristiana de la conquista, aunque con anterioridad hubo otra escuadra denominada “Los Suizos” formada por parte de ella por Ramón Silvestre Ferre, no era exactamente el traje de la Guardia Suiza Pontificia, sino que llevaban boina. Este traje se confecciono en exclusiva para esta ocasión por la prestigiosa sastrería madrileña Cornejo con que cuenta con más de 1 millón de prendas que trabaja en la industria del espectáculo desde 1920. El acuerdo con que se llevó con la sastrería es que se confeccionaría el traje de la Guardia Suiza Pontificia para desfilar el día de la entrada, se pagaría unas 30.000 pesetas, que si lo actualizamos a nuestros tiempos serían unos 180 euros, y luego se devolvería el traje de nuevo a la sastrería. Este uniforme fue confeccionados, pero con materiales parecidos como es el raso mucho más brillante que el uniforme original. Aunque el uniforme esta bastante acertado hay un par de detalles que difieren del original, por una parte el correaje que el original es de un color marrón avellana, y esta escuadra lo lleva en color rojo y el cabo, Miguel Silvestre, en color dorado y con una banda de hombro derecho a cintura. Otro elemento que difiere son los colores de las plumas de los morriones, que son multicolores (rojo, amarillo y blanco). Por lo demás todo un acierto, incluyendo el arma portada por la escuadra de una alabarda. Aunque se tienen la creencia de que los Zuavos son la guardia del Papa, cosa que no es cierta, ya que los Zuavos Pontificios formaron parte del ejercito papal y no de su guardia, este peculiar uniforme que desfilo en la Entrada de Moros y Cristianos es un buen ejemplo de un trabajo bien hecho y elemento innovador en este tipo de destiles, ya que data de 1980 con muchos menos medios que los actuales para la documentación de este tipo de uniformes.


Hay que reseñar que esta fotografía es la primera vez que se publica. Aparecen en la foto; cabo; Miguel Silvestre, de izquierda a derecha: Ramón Silvestre, Juan Antonio Llopis, Manolo Ferre, Jaime Mayor, Vicente Silvestre, José María Pastor, José Vaño, Pepe Silvestre, Aurelio Franco.

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El mal zuavo de Alphonse Daudet

El viejo herrero de Sainte-Marie-des-Mines no se encontraba aquella tarde de buen humor. Normalmente, cuando apagaba su fragua y el sol se ponía, él se sentaba en un banco ante la puerta para saborear la dulce fatiga que produce el trabajo y el calor del día y, antes de despedir a los aprendices, tomaba con ellos una cerveza fresca, mientras pasaban los obreros que venían de las fábricas. Pero aquella tarde no salió de la fragua sino en el momento de sentarse a la mesa, a la que se acercó como de mala gana. La mujer de Lory se preguntaba mientras miraba al marido: «¿Qué tendrá? ¿Habrá recibido alguna mala noticia del regimiento y no me la quiere decir? ¿Estará malo el hijo?» Pero no se atrevió a preguntarle y se dedicó a poner orden entre sus tres hijos pequeños, rubios y tostados como espigas de trigo, que reían en torno a la mesa, mientras tomaban una ensalada de remolacha. Al cabo de unos minutos, el herrero alejó su plato, enfadado:

-¡Bribones! ¡Canallas!

-Pero ¿qué te ocurre? ¿qué estás diciendo?

-Lo que ocurre -dijo estallando finalmente- es que hay por ahí, desde esta mañana, cinco o seis indeseables vestidos de soldados franceses, a partir un piñón con los bávaros... Son de los que han optado por la nacionalidad prusiana, según ellos mismos dicen. Todos los días vemos llegar a más falsos alsacianos... ¿qué pócima les habrán dado?

La mujer intentó defenderlos:

-La culpa no es toda suya... ¡Esa Argelia de África a la que los mandan está tan lejos! Echan de menos su tierra y la tentación de volver a su casa y de dejar las armas es demasiado fuerte para ellos.

Lory golpeó violentamente la mesa:

-Cállate... ¿qué sabéis las mujeres de esas cosas?... A fuerza de vivir siempre con los hijos y sólo para ellos, todo lo hacéis del tamaño de los niños. Pues yo te digo que esos tipos son unos miserables, unos renegados, unos cobardes y te aseguro que si, por desgracia, nuestro Christian fuera capaz de cometer esa infamia, tan cierto como que me llamo Georges Lory y que serví siete años en un regimiento de cazadores de Francia, le atravieso el cuerpo con mi sable. 

Y con expresión furiosa, el herrero señalaba su largo sable de cazador que se encontraba colgado en la pared, por debajo del retrato del hijo hecho en África, y en el que aparecía con uniforme de zuavo1. Pero al ver aquel rostro de alsaciano honesto, tostado, curtido por el sol, con los blancos y negros que forman los colores vivos a plena luz, se tranquilizó de repente y se echó a reír.

-¡Vaya unas ganas absurdas de romperme la cabeza! ¡Christian no puede hacerse prusiano, él que ha matado a tantos en la guerra!

Y con mejor humor, acabó de cenar alegremente. Cuando se tomó un par de picheles de cerveza, se marchó a la ciudad de Estrasburgo.

La mujer se ha quedado sola. Después de acostar a los tres pequeños, que siguen gorjeando en la habitación de al lado como si fueran un nido que se adormece, ha cogido su labor y se ha puesto a coser delante de la puerta que da al patio. De vez en cuando suspira y piensa: «Son unos cobardes, unos renegados, es verdad, pero sus madres se pondrán muy felices al verlos de nuevo.» Y se pone a pensar en el suyo: antes de marcharse al ejército, a esta hora andaba trabajando por allí en el patio; y le parece verlo ir al pozo y llenar la regadera, en camisa y con el pelo largo, con los mechones que le cortaron cuando ingresó en el regimiento de zuavos. De pronto se estremece. La puertecilla del fondo que da al campo, ha sonado. Los perros callan, y la persona que acaba de entrar va pegada a los muros como un ladrón, deslizándose entre las colmenas.

-¡Mamá!

Su Christian está ahí, delante de ella, con el uniforme roto, avergonzado, turbado, tartamudeando. El desgraciado ha regresado a su tierra como otros, y desde hace una hora está rondando la casa, esperando que su padre se marchara para poder entrar. A la madre le gustaría enfadarse, pero no puede. ¡Hace tanto tiempo que no lo ha visto, ni lo ha besado! Él le da unas razones que le parecen convincentes: que añoraba su tierra, su fragua; que se aburría estando lejos; que la disciplina era muy dura; que los compañeros le decían prusiano por su acento alsaciano... La madre se creía todo lo que él decía. ¡Sólo tenía que mirarlo para creerlo!... Entraron en la casa; los pequeños se despertaron y vinieron, descalzos y en camisón, a abrazar a su hermano mayor. Le ofrecieron de comer, pero dijo que no tenía hambre; sólo tenía sed y bebía gran cantidad de agua, además de los vasos de cerveza y de vino blanco que se había tomado desde por la mañana en la taberna.

Alguien se oye andar por el patio. Es el herrero que regresa.

-Christian, ahí llega tu padre. ¡Escóndete! Deja que yo hable con él, que le explique...

Le hace esconderse detrás de la estufa y ella se pone de nuevo a coser, con manos temblorosas. Para desgracia de todos, el gorro rojo del zuavo se había quedado sobre la mesa y fue lo primero que Lory vio el entrar. La palidez de la madre, su nerviosismo... No necesita adivinar mucho:

-¡Christian ha vuelto! -grita con una voz terrible, y tras descolgar su sable se dirige como un loco hacia la estufa detrás de la cual se encuentra agazapado, lívido y asustado el zuavo, que tiene que apoyarse en la pared para no caerse.

La madre se interpone.

-¡Lory! ¡Lory! ¡No lo mates!.... Yo le he escrito pidiéndole que volviera, que lo necesitabas en la fragua...

Lo coge por un brazo y se arrastra llorando. Los niños, en la oscuridad de su habitación, gritan al escuchar aquellas voces airadas, tan cambiadas que no las reconocen. El herrero se detiene y dice mirando a su mujer:

-¿Tú le has pedido que vuelva?... Está bien; que vaya a acostarse. Mañana veremos qué debo hacer.

Al día siguiente, al despertar de un sueño poblado de pesadillas y temores, Christian se encuentra en su cuarto de niño. A través de los cristales emplomados ante los que crece una hermosa enredadera, el sol empieza a calentar. Abajo, en la herrería, los martillos golpean ruidosamente sobre el yunque. Su madre se encuentra sentada junto a la cama; tenía tanto miedo de la ira de su marido que no se ha separado del hijo en toda la noche. El padre tampoco se ha acostado; a lo largo de la noche se le ha oído andar por la casa, llorando, suspirando, abriendo y cerrando armarios, y en ese preciso instante entra en la habitación con expresión grave, vestido como para hacer un largo viaje, con polainas, sombrero de ala ancha y un bastón grueso, herrado en la punta. Se dirige hacia la cama y dice:

-¡Vamos, levántate!

El chico, algo turbado, hace ademán de coger su uniforme de zuavo.

-No, esa ropa no -dice el padre con severidad.

-Pero si no tiene otra -dice la madre con tono asustado.

-Dale la mía. A mí no me hace falta.

Y mientras el hijo se viste, Lory dobla cuidadosamente el uniforme: la chaquetilla, los pantalones rojos. Y cuando termina de hacer el paquete, se echa al cuello el cordón del cilindro de hojalata que contiene su pasaporte.

-Vamos abajo -dice- y los tres bajan sin hablar a la fragua. El fuelle resopla, todos están trabajando. Al ver abierto aquel taller que recordaba sin cesar mientras se hallaba lejos, el zuavo vuelve con la imaginación a su infancia cuando jugaba bajo el sol y veía las chispas de la fragua chisporrotear sobre el tono negro del carbón. Un deseo de cariño se adueña de él; un deseo de conseguir el perdón paterno; pero siempre que levanta los ojos encuentra la misma mirada severa. Finalmente, el herrero rompe el silencio para decir:

-Muchacho: aquí están el yunque, las herramientas... Todo es tuyo, y todo esto también -dice indicándole el patio que aparece lleno de sol y de abejas por el marco de la puerta-. Las colmenas, la viña, la casa, todo es tuyo; puesto que has sido capaz de sacrificar tu honor por todo esto, es justo que todo sea para ti. Eres el dueño... Por lo que a mí respecta, me voy... Le debes aún cinco años a Francia; yo voy a pagarlos por ti.

-Lory, Lory ¿dónde vas? -grita la pobre mujer.

-¡Padre! -suplica el hijo.

Pero el herrero se marcha a grandes pasos y sin volver la cara. En el cuartel del tercer regimiento de zuavos, en Sidi-bel-Abbés, hay desde hace unos días un voluntario de cincuenta y cinco años.
FIN
Fuente: Ciudadseva
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Faire le zouave

La expresión "hacerse el Zuavo" que en francés es"faire le zoauve" y es utilizada en nuestro país vecino, ya que esta expresión no se utiliza aquí,  tiene varios significados dependiendo del contexto.

El más usual es el hacer el payaso, pero también es hacerse el tonto, el bobo o el idiota de forma voluntaria.
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Día Nacional de los Zuavos

185 aniversario de la fundación del Cuerpo de des Zuavos
Montículo de los Zuavos. Memorial Nacional de los Zuavos.

Domingo 13 de marzo de 2016

09h30 Colocación de coronas en la granja de Quennevières.

10h00 ceremonia en el "Montículo de los Zuavos" y el Memorial Nacional de los Zuavos en Moulin-sous-Touvent

11h00 Misa en memoria en la iglesia de Carlepont.

12h00 Ceremonia en el monumento a los caídos en la carrera militar en Carlepont.

Más información en Union Nationale des Zouaves
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La vérité des zouaves


La vérité des zouaves حقيقة الزواف المخفية

Algunas de las personas que pertenecían a ciertos destinos Argelia y Cabilia , en especial que pretende Zua que ayudó a Francia a la ocupación de las islas de la región de la Cabilia , donde se encuentran en sus palabras, esto en algunos sitios dudosos y en su credibilidad , así como Aalghemos francesa Larousse , donde se afirma que la Zua de Cabilia y héroes de estos rayos X que tenemos este Alfedoa el cual es considerado como una prueba concluyente exonerando a la región de tales mentiras , a pesar del hecho de que la historia misma exonera una región revolucionario.

Y unir a cualquiera de ellos para asistir a una lista de la Zua nominal de los nombres de las tribus argelinas .


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100 años de la mujer Zuava en la fiesta de Moros y Cristianos de Bocairent

Este año se ha celebrado el centenario de Himno a San Blas que fue realizado por los Zuavos Julián Castelló “el Serio”, autor de la letra y Luis Cuello, compositor de la música.

Pero desde Zuavos del Mundo queremos celebrar otro centenario, que es la incorporación de la mujer  Zuava en la fiesta de Moros y Cristianos de Bocairent.

En el programa de fiestas de 1985 aparece la siguiente reseña:

 “En 1916 con motivo del  Centenario aparece la mujer en la fiesta, en una carroza. Se  regalan por algunos Srs. del pueblo una andas al Santo Patrón, magnificas. Se puso el  pavimento nuevo a la Iglesia y algunas reparaciones en la Sacristía. Y ... la inauguración  del Himno a San Blas. Música de Luis Coello. Letra de Julián Castelló «el Serio», ambos  Zuavos. “

También aparece en la reseña histórica de la filada de Zuavos de Bocairente a contar del año 1901. Este reseña relata todos los acontecimientos ocurridos en la Filà Tercio de Zuavos hasta 1922, el autor es Julián Castelló.

En 1916 el Tercio de Zuavos salieron cinco mujeres en la entrada con una carroza, y en la reseña nos dice: ".Por ser fiesta extraordinaria a motivo del centenario, acordaron algunos individuos que en la solemne entrada apareciera una carroza bien engalanada y que fuera ocupada por lindas mozas- vestidas de cantineras. Esta iniciativa tuvo muy buena acogida y Francisco de P. Cabanes que nada regatea en cuanto se trata de fiesta, la puso en práctica ocho días antes de la fiesta.
Para el efecto conquistó cinco muchachas de lo más escogido de la población y comprometió a confeccionarles otras tantas faldas y buscarles todo lo necesario para ese dia. Y el mencionado Fco. en unión de Julián Castelló se fueron a casa de D. Julian Puig y trajeran una pieza para preparar los trajes y la cosa tomó tal cuerpo que ya querían tomar parte muchas mozas además de las invitadas, pero no se permitió más qué a las que pertenecían a familia de individuos de la comparsa. Estas eran Maria Doménech, del veterano de la compara Olegario Doménech. Perfecta Espi, hija de Eduardo Espí. María Verdú, hermana del individuo Adrián Verdu. María Beneyto (Sequillera) ésta era neutra y María Puerto, hija del individuo Eusebio Puerto... fue confeccionada por varios zuavos  en la carpintería de Eusebio Puerto, lo que resultó brillante en estreno, pues se hizo un  derroche en toda clase de adornos artísticos, de modo que en el acto de la entrada fue  lo que más llamó la atención del público y luego nos acompañaron a las vísperas con  su uniforme puesto y a la retreta con su correspondiente farol."


Por lo tanto es merecido este reconocimiento de la incorporación de la mujer en la fiesta de Moros y Cristianos de Bocairent.

Foto: Vicent Sata extraída del grupo de facebook, memòria gràfica de Bocairent. 
Esta foto es de los años 20/30 y en ella se pueden reconocer a Flora Vaño, Jualiana Pastor Navarro, Mercedes Gisbert Beneyto entre otras. 
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Zuavo en pasapalabra



El pasado lunes 1 de febrero en el programa de pasapalabra de telecinco, en uno de las pruebas que realizan, salió la palabra ZUAVO.

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