Año 1906
Capitán Eduardo Espí Moltó
Debemos empezar por la famosa pieza1 que se llevó a cabo en el mes de Septiembre antecedente a esta fiesta porque se puede afirmar que fue un acontecimiento. Tuvo lugar en la Masía de Camorra y allí se echó el burro por la ventana, corrida de toros, de conejos, hubo carne asada en abundancia, vino del superior y de sobra, pues hubo hombre que le salió por la boca tal como le entró, Pere el Corren bailó el tango, el cual se acreditó mucho por sus rápidos movimientos y el final fue tener que despreciar a un individuo que mordió a otro a causa de tanto que le quería, de modo que si le muerde por odio o por venganza lo despedaza.
Cómo todavía teníamos a nuestra cuenta el inquilinato del Maset de Cantó y por consiguiente era nuestra propia casa, allí teníamos nuestras reuniones que jamás se borrarán de nuestra memoria, aunque digan lo que quieran los modernos zuavos.
Allí se bailaba, se cantaba, se representaba nada menos que la célebre obra dramática D. Juan Tenorio, además de vez en cuando se encendía fuego en medio del local con alguna aleaga 2 o iban rodando por el suelo los tizones de pino encendidos y todo esto se hacía al compás de una célebre polca acompañada de su correspondiente guitarra.
Nadie cogió entonces más tremenda botifarra3 que el señor de Terol, no por las enajenaciones de las bromas que se hacían frecuentemente, si no por la cuenta de unas cuetas 4 , es decir que no quería pagar cuetas y se excusaba diciendo que todo lo cargaban a las cuetas y por más cuetas, hasta que por fin se acabó aquella botifarra del modo que muchos saben y yo me callo.
En este año como todos, la noche de la paella la gente animada, pero cuando ya no quedaba nada que apurar cogieron unos cuantos rumbo incierto. Estos que se dejaban dominar por cualquier mujerzuela cuando estaban en tiempo normal, no eran así cuando se sentían empujados por la fuerza del vino cuando les hervía en la barriga, y menos aguantar directas o indirectas de ningún forastero.
Pues cómo iba diciendo nuestros hombres que nadie les paraba el barco cuando iban de serenata, quiso un atrevido forastero cantarles a boca de jarro la canción de la gallina. Nuestro amigo Lioniset que entonces se quería llamar así para despistar a los curiosos y José Vañó Tiraure, fueron los que tomaron la parte más activa en este asunto, y retando al botarate que así les había provocado no tuvo valor para aceptar, ni mucho menos para repetir lo que antes hasta dicho, y de un gallo que era momentos antes quedó hecho en lo más cobarde y gallina, quedando el campo de los nuestros. Esto era en aquel entonces los zuavos y esto sin hacer nunca armas contra nadie, ni autoridades ni súbditos.
En este año dejó de prestar servicio como en clase de sargento nuestro amigo Miguel Calatayud que tantos años lo venía haciendo, pero a consecuencia de una reyerta que tuvo con Joaquín Peti en uno de los ensayos en las eras, no quiso ya prestar el servicio que tantos sacrificios le habían costado y en defecto de este se brindó Francisco Vañó (Menigo) pero este hombre aunque voluntario no tenia aptitudes para afrontar tantos contratiempos como se presentan en una filada como esta que estaba ya a una altura considerable, pues éramos ya 34 y todos o la mayor parte elemento joven que había que fumarles en pipa cuando menos.
Leandro Cardós, fuerte como un roble para aguantarse sobre sus rodillas fue uno de los que más se distinguieron en este año como en otros muchos, nada le asusta ni le acobarda por nada, si tocan baila y si bailan canta, es decir que aprovecha para todo en asunto de fiestas, y así sucesivamente como había tantos, el pobre Francisco no se atrevió a ocupar la plaza de sargento.
Un individuo llamado Hilario Alcaraz no se quedó en este año tampoco de los de retaguardia, no es porque fuera de los más largos, pero el hombre tiene que haber algún día en el año para él en que pueda echar una cana al aire. Pues el tal Hilario junto con Enrique Sancholi tomaron las de Villadiego 5 el día de San Blas y al despertar el alba del día siguiente todavía no habían acabado la vuelta y les cogió el contrabando en disputa que si era la Luna o el Sol lo que les estaba iluminando y de esto resultó hacer meu y basta, se acabó la fiesta para ellos.
Hay que advertir que finalizó la fiesta con un tiempo bastante desagradable, porque el último día por la tarde cayó fuerte nevada con lo que tuvo que concluir la fiesta antes de tiempo, es decir suprimiendo las serenatas del día último. Pero no pasó así, porque habitando nuestro capitán como habitaba en la calle Tras la Villa que está por completo falta de policía y por consiguiente el piso bastante desigual, hubo quien empezó la carrera del horno de San Gayetano y paró en el Tin(t), sin poder hacer el saludo al Sr. capitán, pues tanta era la velocidad que llevaba que envuelto entre la nieve no se observaba más que una bola blanca rodando cuesta abajo.
No quiero pasar por alto la serenata que tuvo lugar en el Café de España en que Rafael Vilaplana echó el resto con su guitarra acompañándole Pere el Corren, Marcelino Alcaraz, Julian Castelló y Leandro Cardós, que con muy acompasada orquesta tuvimos que dar gracias a la gran multitud de forasteros que se apiñaban por oírnos, la esposa de Rafael y la del Sr. capitán que también tomaron parte en aquella velada fueron las que pusieron fin al grande e improvisado concierto, llevándose a sus respectivos maridos dejando a los asistentes en un palmo de narices.
Y aquí queda apuntado a grandes rasgos aquella grata jornada que pasará el tiempo sí, pero su memoria no pasará de la mente de los que tuvieron la dicha de presenciarla, porque hay que confesar la verdad, había en aquella época buenos apuestos jóvenes de mucha chispa y además bastante abnegados en lo que disponía la directiva, así que no era necesario requerir al orden a nadie, cada cual ocupa su lugar.
Y esto sin lo que queda apuntado lo pueden afirmar los pocos veteranos que quedan de aquella época.
Depositario Joaquín Castelló, representante Olegario Doménech, de cuentas por individuo
13,40 pesetas 6.
Autor: Julián Castelló Silvestre (1876-1940)
1 Esta pieza como denomina, son las actuales "fueras" que se realizan meses antes de fiestas para ir calentando motores.
2 Se refiere al arbusto aliaga, que prende muy fácilmente.
3 Botifarra en valenciano es morcilla, pero en este contexto se refiere a enfado.
4 Se ve que el Sr. Terol no decía bien la palabra cuentas y decía "cuetas", de ahí la broma y el enfado. Julián Castelló lo narra de una forma muy suspicaz.
5 Expresión de quien se ausenta atropelladamente para huir de un riesgo o un compromiso.
6 0,080 euros por festero.
192.980
No hay comentarios:
Publicar un comentario