En un recóndito santuario de las montañas catalanas, una lápida recuerda que allí descansan los resto de Ignace Wils, un extranjero del que apenas se sabe nada. Tras es tumba se esconde una de las aventuras más apasionantes y desconocidas de nuestra Historia decimonónica, la de un número de voluntarios extranjeros que acudieron a luchar, incluso, desde Canada o el Lejano Oriente, bajo las banderas del carlismo.
Las biografías del holandés Ignace Wils, caído en el asalto a Igualada con solo veinticuatro años, y la de su hermano August resultan vibrantes Alistados en los Zuavos Pontificios, lucharon en las guerras de unificación italiana. Poco después, lo harían en la Guerra Franco-Prusiana y en la Tercera Guerra Carlista. Su periplo vital quedaría indisolublemente ligado a una de las unidades militares más peculiares que han existido en España, un cuerpo de élite del Ejército Real que en su tiempo fue legendario: el Batallón de Zuavos Carlistas. Comandados, de forma sucesiva, por los hermanos Wils, acompañaron a don Alfonso de Borbón y su esposa María de las Nieves de Braganza, convitiéndose en su guardia de corps y actuando como una temible fuerza de choque. Los primeros en la ofensiva y los últimos en la retirada. Venerados y odiados, admirados y despreciados, no dejaron a nadie indiferente. También, autores como Benito Pérez Galdós o Blasco Ibáñez dedicaron algunas de las palabras salidas de su pluma a estos fieros voluntarios y a varias de las acciones que protagonizaron.
Las biografías del holandés Ignace Wils, caído en el asalto a Igualada con solo veinticuatro años, y la de su hermano August resultan vibrantes Alistados en los Zuavos Pontificios, lucharon en las guerras de unificación italiana. Poco después, lo harían en la Guerra Franco-Prusiana y en la Tercera Guerra Carlista. Su periplo vital quedaría indisolublemente ligado a una de las unidades militares más peculiares que han existido en España, un cuerpo de élite del Ejército Real que en su tiempo fue legendario: el Batallón de Zuavos Carlistas. Comandados, de forma sucesiva, por los hermanos Wils, acompañaron a don Alfonso de Borbón y su esposa María de las Nieves de Braganza, convitiéndose en su guardia de corps y actuando como una temible fuerza de choque. Los primeros en la ofensiva y los últimos en la retirada. Venerados y odiados, admirados y despreciados, no dejaron a nadie indiferente. También, autores como Benito Pérez Galdós o Blasco Ibáñez dedicaron algunas de las palabras salidas de su pluma a estos fieros voluntarios y a varias de las acciones que protagonizaron.
Rocambolescas fugas, viajes arriesgados, conspiraciones, atentados abortados in extremis, cargas suicidas a la bayoneta, grandes batallas, los laudos del triunfo y los sinsabores de la derrota son algunos de los ingredientes que ofrece esta obra, galardonada con el XV Premio Internacional de Historia del Carlismo “Luis Hernando de Larramendi”. Un trabajo riguroso, resultado de años de investigación en bibliotecas y archivos españoles y extranjeros, que saca a la luz, por primera vez, centenares de documentos textuales e iconográficos inéditos, procedentes de más de de una cincuentena de instituciones públicas y colecciones particulares. Pero, también, ameno y cargado de anécdotas que conviven con al crueldad y las miserias de un guerra cainita y despiadada entre españoles, entre hermanos que asoló nuestro país hace siglo y medio. Esta es la épica historia de los hermanos Wils y su Batallón de Zuavos Carlistas.
Autores:
Agustín Pacheco Fernandez.
Francisco Javier Suárez de Vega.
Ilustración de Portada: Augusto Ferrer-Dalmau
Edita: Galland Books.
129.335
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