Zuavos de la Libertad

Zuavos de la Guardia Nacional de Madrid.
Imprenta de Marés y Cía., c.1869.
Colección particular.
En nuestro país, en marzo de 1869, durante el Sexenio Revolucionario, se formó en Madrid un batallón denominado Zuavos de la Libertad, cuyas similitudes con los antiguos guerreros argelinos finalizaban en el nombre. Estaba formado por «un numeroso y brillante personal de obreros de los talleres y almacenes del ferro-carril», procediendo sus oficiales, en su mayor parte, de las oficinas y dependencias de la empresa. Martin Useleti de Ponte, un político progresista amigo de Prim, sería proclamado por elección popular, su primer jefe. Semanas después, éste presentaba en un baile de sociedad celebrado en su casa, a uno de sus voluntarios ataviado con el vistoso uniforme. Decía una crónica al respecto: «El Sr. Useleti presentó á los generales allí reunidos algún individuo de su batallón con el traje completo de zuavos, uniforme que ha gustado mucho y merecido la aprobación de todos».

Sin embargo, a pesar de las elogiosas palabras de la prensa, ensalzadas aún más cuando semanas después parte del batallón desfiló por las calles de la capital, la valía militar del mismo era muy cuestionable, por no decir inexistente. En este sentido, cuando su jefe y varios oficiales se ofrecieron a ser los primeros en servir como guardia de honor del Regente, la propuesta levantó protestas airadas en la opinión pública, al considerar que los miembros del Batallón de Zuavos de la Libertad debían ocupar su tiempo en trabajar y no perderlo en hacer guardias a ninguna persona, por elevado que fuera su rango. El siguiente párrafo, es concluyente, sobre el asunto:
«¿Qué, los voluntarios de la Libertad, van ahora á abandonar sus faenas ordinarias, á perder su trabajo, jornales, el pan de sus hijos para prestar servicios que ni les incumbe, ni son propios de sus institución, para dejar satisfecho el amor propio de D. Martin Useleti de Ponte? No lo creemos».

En todo caso, el historial de esta singular unidad pone de manifiesto las continuas disensiones entre sus jefes, que llevaron a la escisión en dos batallones, a continuos cambios en la dirección de los mismos o a la disolución de alguna compañía por insubordinación de sus miembros. Sonado también, fue el caso del capellán del primero de ellos, a quien durante la intentona carlista de julio de 1869 se le descubrió abundante documentación a favor del Pretendiente, resultando ser finalmente uno de los cabecillas de la conspiración en Madrid . Incluso, en septiembre de ese mismo año, cuando se ordenó la fusión de los dos batallones, el acto no finalizó por muy poco en una auténtica batalla campal, al presentarse medio centenar de voluntarios, mandados por el ya destituido Useleti, armados con bayonetas y machetes.

En cuanto a su uniformidad, se conocen pocos detalles sobre la misma, a pesar de que el impresor catalán afincado en Madrid José María Marés y Roca (Barcelona, 1804), publicó un interesante documento gráfico que reproduce la vestimenta de esta unidad.
No obstante, la imagen, copia evidente de los uniformes franceses, y donde aparecen representadas incluso algunas cantineras, ofrece algunas dudas, ya que otras fuentes hablan de que los voluntarios usaban una gorra de paño con visera, como prenda de cabeza, en lugar del típico fez o tarbuch que aparece en el grabado.
Fuente: Wils y el Batallón de Zuavos Carlistas. Guerra en Cataluña 1869 - 1873. Agustín Pacheco Fernández y Francisco Javier Suárez de Vega. Galland books. 2019.
131.560

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