Los Zuavos Pontificios y sus enemigos (Gli Zuavi Pontifici e i loro nemici)


 

Las Ediciones Solfanelli, de Chieti (Los Abruzos, Reino de Nápoles) acaban de publicar un nuevo libro de Francesco Maurizio Di Giovine, comendador de la Orden de la Legitimidad Proscrita y delegado de la Comunión Tradicionalista en la Península Italiana: Gli Zuavi Pontifici e i loro nemici (Los Zuavos Pontificios y sus enemigos). En la contraportada del mismo aparece una imagen del entonces Infante Don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este en uniforme de zuavo pontificio, de cuando combatió en defensa de Roma y de S.S. el Papa Rey Pío IX contra los invasores italianos.

En 1860, jóvenes católicos de todos los rincones de Europa acudieron a Roma para defender con armas la libertad de la Iglesia y del Papa Rey. Formaron el Batallón de Tiradores Papales, que se convirtió en un batallón de los Zuavos Pontificios en enero de 1861, que luego se transformó en un Regimiento. Su historia duró poco más de diez años que se resumen en este libro a través de los testimonios más significativos. Desde el homenaje de sangre pagado por sus voluntarios a lo largo del período (fueron víctimas de enfermedades, accidentes, emboscadas, actos terroristas) hasta la vida de la guarnición, con sus compañeros escindidos, siempre en nombre del testimonio cristiano; desde la lucha contra el bandolerismo criminal a las obras caritativas y humanitarias llevadas a cabo porlos Zuavos durante la terrible epidemia de cólera, hasta la guerra revolucionaria de 1867; finalizando con la heroica defensa de Roma durante la invasión de septiembre de 1870. En el contexto de los hechos, el volumen se centra en el papel del abanderado Alfonso Carlos de Borbón, hermano del legitimista pretendiente al trono español, Carlos VII, vinculado a la hechos finales de la defensa militar del Estado Pontificio.

El prólogo de este libro es del sobrino nieto de Don Alfonso Carlos y actual Abanderado de la Tradición, Don Sixto Enrique de Borbón. Lo reproducimos a continuación, traducido al español:

Prólogo

Hay muchas y buenas razones para que haya accedido con gran gusto a prologar este libro sobre los zuavos pontificios, escrito por el doctor Maurizio Di Giovine en la ocasión del sesquicentenario de la caída de la Porta Pía y el fin de los Estados pontificios en 1870. Y es que en esta unidad, conocida como la Legión del Papa, se entrecruzan muchos elementos que forman parte no sólo de mi universo mental sino también del familiar y personal.

Para empezar, la defensa del Papa, o mejor del Papado, con su autoridad espiritual defendida por la independencia que le daban los Estados Pontificios. En el siglo XIX la Revolución liberal combatía por todos los medios a la Iglesia. Y el mundo tradicionalista se movilizaba, también por todos los medios, en su defensa. Pío IX, tras la vacilaciones sabidas, había fulminado el liberalismo con condenas que vistas desde hoy resultan proféticas. Y ciertas Casas Reales habían seguido fielmente, a un alto precio, dichas indicaciones.

No encuentro mejor ejemplo que mi familia, la casa ducal de Parma, y mi abuelo Roberto en concreto, destronado en nombre de una unidad de Italia forjada por el espíritu del llamado Risorgimento. En efecto, mi abuelo era Infante de España, pero su madre era la hermana del Conde de Chambord, quien estaba casado con María Teresa de Módena, hermana de María Beatriz, la esposa de Don Juan, padre de Don Carlos VII y Don Alfonso Carlos. Quienes, a su vez, habían desposado respectivamente a Margarita de Parma, hermana de mi abuelo, y María de las Nieves de Braganza, hermana de mi abuela, pues en segundas nupcias –tras enviudar– el Duque Roberto había casado con María Antonia de Portugal. ¡He ahí el mapa de las relaciones entre las Casas Reales católicas y legitimistas!

De entre ellos, mi tío abuelo Don Alfonso Carlos de Borbón se enroló en el Regimiento de Zuavos Pontificios, como el libro que tenemos entre las manos explica con detalle. Y encabezó un grupo de voluntarios españoles mayormente carlista que, tras la derrota de 1870, volverían al combate, en España otra vez, en la nueva guerra que estalló en 1872. Un caso singular de entre esos voluntarios movilizados por mi tío abuelo es el del legendario General Savalls, veterano además de la Guerra de los Siete Años (1833-1840) y de la de los Matiners o los madrugadores (1846-1849). Es decir, participó en las tres guerras carlistas, y además –entre la segunda y la tercera– formó parte del Ejército de Módena y, como hemos dicho, del Regimiento de Zuavos Pontificios. Pero también por el lado materno, el de los Borbón Busset, encontramos a Gaspar, Conde de Châlus, que fue comandante del Escuadrón de Guías de La Moricière, con sus hijos Robert, que será Conde de Busset, y Guy, que le sucederá en el condado de Châlus. Verá el lector que también desde el punto de vista familiar la historia de los zuavos es la mía.

Pero, todavía en ese plano, otra razón me mueve en especial a escribir estas líneas. Y es que mi padre, Don Javier, se vio en una tesitura semejante en los años sesenta, cuando puso un prólogo al libro sobre los zuavos franceses de Maurice Briollet. Considero un honor seguir las huellas de mi padre, que en verdad representa como nadie ese espíritu de cruzada al servicio del Papa y de la tradición católica contra la revolución.

Dos cosas más. Encuentro, en primer lugar, que el libro del doctor Di Giovine está dedicado a la memoria de Monseñor Ignacio Barreiro, español de la Banda Oriental del Río de la Plata, que fue un inolvidable capellán de la Comunión Tradicionalista, y nos acompañó en memorables ocasiones. Monseñor Barreiro, tradicionalista y legitimista, celebraba todos los años la Santa Misa en sufragio por los defensores de la Porta Pía. Me es muy grato sumarme al sentido homenaje de quien fue también Caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita. Y este recuerdo me lleva, finalmente, al autor de este excelente libro. Maurizio Di Giovine, Comendador de la Orden, que es desde hace largos años mi Delegado en la península italiana, ha desempeñado sus funciones con habilidad y competencia, prestándome innumerables y delicados servicios. Es también el alma junto con el profesor Paolo Caucci von Saucken de los Congresos Tradicionalistas de Civitella del Tronto, que cumplen este año sus bodas de oro, a cuya XL edición tuve la ocasión de asistir, y que son una cita imprescindible del tradicionalismo contemporáneo. Por todo ello, es una satisfacción para mí felicitarle por esta iniciativa y desearle grandes éxitos en sus trabajos para el bien de la Causa.


 

Fuente: Comunión Tradicionalista 

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