Reseña histórica de la filada de Zuavos de Bocairente año 1903





Año 1903

Capitán José Castelló 1



Estos recuerdos dejó en nuestro corazón la fiesta de nuestro patón en este año, pero tuvimos que lamentar una baja.


El día 28 de octubre del año 1902 dejó de existir el caballero, el entusiasta, el franco y noble zuavo, el médico D. Francisco Ritas, cuya muerte fue muy sentida por lo repentina

y lo inesperada. Su cadáver fue conducido por los de la comparsa hasta su última morada

rindiéndole al pie de la tumba los reconocimientos de gratitud eterna que esta filada le tenía al finado D.E.P.


Con motivo de inaugurarse la filada de españoletos en este año, hubo una animación

extraordinaria. El día del patrón ocupó la sagrada cátedra el entonces obispo de Seo de Urgel, D. Juan Benllot y el compatricio nuestro también entusiasta festero no se quedó atrás, pues con un arranque de generoso desprendimiento empleó una suma considerable de dinero con el nuevo guión, cuya artística joya ha sido y es la admiración de todos los que la han contemplado, este señor es Don Grabiel Ainat.


Sería deficiencia pasar en alto la algarada que movió en la noche de la paella el individuo

Francisco Ferre (Carasa), este individuo que era contrario a la opinión de su consorte quiso ser confrade nuestro a la fuerza. ¿Y qué resultó? La primera noche que se juntó con los suyos se atracó demasiado al mosto y el final fue bailar el tango sobre las mesas y a consecuencia de este mareo hizo MEU al fin, lo que tuvo que marchar a casa a cuatro pies, saliéndole al encuentro su cara mitad, la cual lo recibió con esa gracia que saben hacerlo las mujeres en estos casos.


Tampoco debe quedarse en el tintero la cena del Ravalet la noche de San Blas. Todos los

comensales reunidos y recostados sobre la pared que hoy es Café la Unión esperábamos el farol del cacauero que estaba encargado de él Joaquín Peti; y una vez se incorporó con nosotros empezó la cena.


El golpe de vista que daba a los transeúntes que afluían por todas las bocacalles era hermoso, los cuales todos celebraban la ocurrencia, pero en todas las reuniones siempre hay quien hace el papel de payaso, y en esta ocasión fue el encargado de hacerlo Francisco (Oliva).


Juan Bautista Sempere, dueño de la ferretería del rincón de Morera, que es un festero de

verdad, le agradó tanto la operación que tuvo a bien traernos, él mismo en persona, un plato de aceitunas.


El referido (Oliva), después de vaciar su contenido del plato, lo arrojó en mitad de la calle,

acción que desagradó mucho y más que todo que fue una ofensa para el Sr. Sampere que es un hombre formal. Atendido el extraordinario de la fiesta de este año, nada extraño será el que haya que lamentar alguna salvajada y entre ellas hay que mencionar otra de Leandro Cardós (Miniseno). Todos estábamos ajenos a que nos pertenecía el vino que sobra en las vinajeras el día de la santa misa de moros y cristianos, y este mozo que nada se le escapa, a penas terminó el santo sacrificio se adueñó de las ampollitas pasándolas desde este depósito al de su barriga, cuya operación podemos decir que a contar de aquel año se ha hecho ya tradicional en esta comparsa. En este mismo año se efectuó otro retrato en la cueva de (Sallo) la que guardan todavía algunos individuos como recuerdo de aquella jornada.


No hay que preguntar sobre la música, en que este año fuimos servidos. Por ser año

extraordinario nos sirvieron 25 plazas por 40 duros y manutención, pues tuvimos a bien

aumentar el número de músicos porque la comparsa también iba en crescendo; este año

fuimos 31 individuos y se estrenó el pasodoble típico llamado el Zuavo, que por fin ha pasado a ser propiedad de la filada.


Algo hay que decir también de los individuos Marcelino Alcaraz, Fco. de P. Cabanes y José M° Vañó que este año estuvieron el último día a 29 y ½ por causa de disputarse cual bebería más licor sin perjuicio propio, lo que resultaron por fin los tres en el estado de mucha lástima, pero en particular el primero, que tuvo que encargarse la cruz roja y conducirlo al hospital de sangre en el que permaneció 24 horas. Otro individuo que por desgracia en las fiestas no bebe agua, cogió un mico pequeño y se pudo refugiar huyendo del enemigo en casa de D. Juan Bta. Luna que tenía entonces situada su casa en el Tou de S. Pere, y allí pasó la tormenta echado sobre una saca de paja cerca de dos burros, y gracias a la vigilancia no tuvo que lamentar desgracia alguna; el referido era Julián Castelló que tanto miedo le tiene a los pellejos del mosto.


En estas y otras fechorías iba transcurriendo la fiesta, pero llegado el último día, hubo dos

sujetos que no se conformaron en que se diera por terminada la fiesta.


La referida conspiración se llevó a cabo de esta manera...


Eduardo Espí y Rafael Vilaplana se empeñaron en que la última noche se debió dar principio a la solemne entrada, lo cual lo pusieron en práctica, y provisto uno de su correspondiente arcabuz y el otro una bien templada guitarra, empezaron el desfile con el mayor orden.


El agua caía a torrentes, presentándose a cada momento las calles hechas una laguna, pero nada; a estos dos sujetos no había quien les dijera nada y con paso marcial y al compás del bonito pasodoble interceptado por D. Rafael, llegaron a la plaza de la Constitución cuando ya no eran los dos mas que una esponja cuando la exprimen y sacan agua por todos los poros.


El final de la jornada para estos dos individuos fue pésimo; Cocentaina fue preso por su mujer que seguro que le estiraría bien las orejas, y el otro que no le hacen miedo las mujeres, se pasó la noche cantando serenatas en los alrededores de su casa hasta que pasó la suya y se metió dentro, y finalizó la fiesta.


Ahí quedan apuntados a grandes rasgos lo que fue este año para la filada, que si bien la

nota no es muy agradable para algunos, no deja de ser consoladora para otros que pasaron unas fiestas bastante divertidas, y digo desagradables porque hubo un fraude llevado a cabo por un sujeto perteneciente a esta corporación, y él tal punto creía que quedaría impune pero no resultó así. Porque en la paella del último día, que por cierto fue de gallinas y arroz que se la comimos en el filaor, se le echó en cara, y en presencia de todos, la acción villana de quedarse con el dinero de sus compañeros robado en el juego de céntimos del Café de España, el que fue echado de allí con gran violencia de todos. A cuentas 17 pesetas por individuo. Depositario Miguel Calatayud. Representante Tomás Galiana.


Autor: Julián Castelló Silvestre (1876-1940)


1  José Castelló Ferre



Un detalle interesante de las fiestas de este año es el estreno de un estandarte, en el que ha pintado la imagen de San Blas nuestro eminente artista Joaquin Sorolla. Las Provincias : diario de Valencia: Año XXXVIII Número 13304 - 29 de enero de 1903.


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