Ignacio Wils parte 3




Mientras espera que Don Carlos emprenda una nueva tentativa, Ignace Wils, no bien liberado, se establece en Francia cerca de Metz, de empleado de negocios. La guerra franco-prusiana estalla y, sin vacilar, se alista desde las primeras derrotas francesas, en la partida de guerrilleros del comandante Arnous-Rivière, con el grado de simple soldado. Fomenta, como en España, una guerrilla de ataques furtivos y de emboscadas, en particular con la meta de abastecer a Metz. En varias ocasiones logra unas salidas tan acrobáticas como discretas para mantener el contacto entre la plaza fuerte asediada y la comarca. El antiguo sargento de los Zuavos Pontificios, ex teniente carlista y ahora simple francotirador queda entonces promovido teniente en el ejército francés. A causa de la capitulación del mariscal Bazaine y de la redición de Metz resulta prisionero en Mayence. Claro que se evade de allí inmediatamente y casi está a punto de ser detenido por los aduaneros prusianos, en una estación internacional, en la frontera germano-belga . Felizmente, al oír el ruido de la algarada, unos Belgas atraviesan la vía y lo arrancan de entre sus perseguidores. Vuelve a Francia y resulta promovido capitán del cuerpo de los Batidores, en el campo de La Rochelle. En la misma época, su hermano Auguste, ex-teniente de los Zuavos Pontificios ha venido para alistarse de instructor en la comarca de los Voluntarios del Oeste,-antiguos Zuavos Pontificios franceses-, en el depósito de Poitiers.

El fin de las hostilidades y la desmovilización le permiten a Wils volver a su patria, pero el mes de abril de 1872 la insurrección vuelve a empezar y, siempre deseoso de encontrar un apoyo que le permita por una vez restaurar los Estadios Pontificios, se alista al lado de Don Carlos. La empresa, a pesar de unas dificultades materiales empieza globalmente bien, siendo el poder central en plena delicuescencia: el Rey Amadeo de Saboya, en pleno conflicto con las Cortes, abdica, una efímera República se establece pero rápidamente queda derribada por un pronunciamiento que restablece a un Borbón en el trono, Alfonso XII…

Sin embargo, al principio, las fuerzas carlistas carecen de todo: uniformes, zapatos, armas, municiones y comida. Ignacio Wils, durante cuatro meses, recorre las montañas y las selvas del norte de España, encabezando una pandilla de voluntarios, perseguidos por las columnas gubernamentales. Contra ellas lleva a cabo una guerra de emboscadas y de hostigamiento, lo que le permite proporcionar uniformes y armas a sus soldados. Poco a poco se mejora la situación de los insurrectos y controlan una amplia zona que va creciendo de Galicia a Cataluña y, de ahí, hasta Valencia; un verdadero Estado carlista se organiza con un servicio postal, una compañía de ferrocarriles, una universidad y otros organismos civiles. A pesar de todo, Carlos II no puede apoderarse de de las grandes ciudades como Bilbao, Pamplona, Zaragoza o Barcelona.

El control de la frontera francesa permite la importación los equipamientos militares imprescindibles y un ejército carlista regular se instala. Ignace Wils organiza primero un cuerpo de caballería, los Guides, que luego viene encabezado por el general Tristany, a continuación dirige una columna de 400 hombres con la cual surca a Cataluña. Con la ayuda de Don Alfonso de Borbón, esa pequeña tropa se transforma en un cuerpo de Zuavos. Acto seguido Wils llama a a sus antiguos compañeros, Zuavos Pontificios y Voluntarios del Oeste. El general Athanase de Charette afirma, de manera imprudente, que va a alistar a 1500 hombres; su llamada se hace en vano, si embargo no falta la ayuda financiera y los antiguos Pontificios suscriben masivamente los préstamos propuestos por Don Carlos, pagan una parte del material, funden cañones…Con excepción de los Zuavos Pontificios españoles, como Gabriel Llompart, promovido teniente-coronel, tan sólo unos diez extranjeros vendrán para alistarse en el cuerpo de los Zuavos Carlistas: varios Holandeses, entre los cuales Auguste Wils, unos Belgas, entre los cuales Defrance, el Canadiense Hugh Murray, el Irlandés O’ Bryan, unos franceses, algunos que otros Portugueses… Sin embargo eso basta para formar la dirección del nuevo cuerpo.

Fuente: Patrick Nouaille-Degorce
22.185

Ignacio Wils parte 2



Sus ansias de gloria, de heroísmo y de martirio se esfuman así en la mediocridad y la rutina de la vida de guarnición en el campo romano. La inacción le pesa y obtiene, en el transcurso del año 1868, un permiso que aprovecha para reunirse, con el uniforme de Zuavo Pontificio, con las reducidas tropas carlistas que el general Tristany intenta organizar en el norte de España.

Ahora cabe esbozar un lienzo sumario de la situación política de España en aquella época y, para eso, remontar a los orígenes del desequilibrio que padecía el reino desde el principio del siglo. El “Siglo de Oro” ya está lejos y el país se ha adormecido un tanto, aún más desde la subida al trono de la dinastía de los Borbones. El despertar es brutal, España conoce las consecuencias de la Revolución francesa, cuando Napoleón obliga a Carlos V a que abdique, y confía la corona su mismo hermano, José. Eso provoca una terrible guerra que opone no sólo al pueblo español con las tropas de ocupación francesas, sino también a los liberales, ganados por las ideas nuevas, con las capas populares que quedan excluidas del cambio y cuya situación material tendría a empeorarse. La intervención de las fuerzas inglesas no mejora mucho la situación y unos odios inexpiables dividen el país entre liberales y conservadores. Una burguesía adepta de Voltaire, ávida de poder desea vencer a la aristocracia, marginalizar a la Iglesia y apoderarse de sus bienes. El mismo ejército se divide entre tradicionalistas y progresistas, siendo esos últimos de extracción más modesta en su mayoría. En un país a la deriva, los pronunciamientos y los golpes de estado se suceden, el de Riego, en 1819, expulsa al rey Fernando VII a quien Francia, merced a la “cruzada de los cien mil hijos de San Luís”, restablece en su trono en 1823. La represión llevada a cabo por el monarca restaurado es despiadada y acentúa un poco más los antagonismos políticos.

El embrollo se agrava aún más cuando Fernando VII suprime la ley sálica proclamada por Felipe V en 1713, a pesar de la tradición de sucesión española. Por eso pues designa sucesora a su hermana Isabel. Cuando muere el monarca, su hermano Carlos que denuncia la ilegitimidad de la medida se proclama Rey. El país se desgarra un poco más entre partidarios de un Estado secularizado para no decir laico y defensores de la monarquía de derecho divino…

Así pues Ignacio Wils, en 1868, abraza la causa del tercer pretendiente carlista, Carlos VII, por múltiples razones: el espíritu de aventura y el deseo de gloria quedan muy secundarios, en efecto los albores de la tercera guerra carlista son más bien lamentables; es preferible recordar la amistad profunda que lo une con su compañero de ejército, el Zuavo Pontificio Alfonso de Borbón, hermano del pretendiente, la hostilidad visceral para con los liberales anticlericales, asimilados a los partidarios de Garibaldi y otros revolucionarios de otra índole, pero sobre todo un proyecto político expresado a su madre en una carta: “Me he marchado para España con fin de defender los derechos de Don Carlos porque el Santo Padre encontrará en él a un defensor cuando haya subido al trono de España”. Bien se ve que Ignace Wils no cambia mucho de causa sino que prosigue el mismo combate en otros lugares, en otro ejército. El fracaso De tristany acarrea el repliegue de las reducidas tropas carlistas a Francia donde Wils, promovido teniente, logra conservar las diferentes correspondencias del pretendiente. Se sacrifica sin contar para asegurar el bienestar de los 150 hombres internados con él hasta la primavera de 1870, en particular se aprovecha de sus relaciones para obtenerles un sueldo de un franco diario.



Fuente: Patrick Nouaille-Degorce
22.035

Ignacio Wils parte 1


En un barrio tranquilo de Ravenstein, pequeña ciudad del Brabant neerlandés, el turista se encuentra, durante su paseo, en “KolonelWilsstraat”, calle del coronel Wils. Poca gente sabe claramente quién es aquella gloria pasada, a lo más se imagina a un viejo soldado cubierto de condecoraciones de vuelta de alguna expedición colonial olvidada. No sabe nada, Ignacio Wils, soldado de fortuna pero soldado prestigioso, en realidad sólo ha defendido una causa, en su inmensa pero corta vida, la del Papa.
El lector de hoy debe, para comprender el destino trágico de nuestro héroe, sumirse de nuevo en el contexto de la época, un siglo XIX° europeo desestabilizado desde el principio por la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas . Los nacionalistas se exasperan, la aspiración a la unidad de los pueblos de idioma y cultura idénticos amenazan lo perenne de un sinfín de estados, los temas republicanos destruyen unas monarquías seculares tradicionalmente ligadas con una religión oficial. La Iglesia Católica, confrontada con el auge de las ideologías modernistas, tiene mucha dificultad para conservar su rango y su influencia en las sociedades europeas, mientras el poder temporal del Papa se pone en tela de juicio.
Los Estados Pontificios, después de muchas tribulaciones, quedan amenazados, a mediados del siglo, desde dentro y desde fuera: De dentro, por los republicanos y otros revolucionarios como Mazzini y Garibaldi, fundadores de una efímera República Romana en 1848, lo que ha obligado al Papa a que se refugie en Gaète; de fuera por las ambiciones expansionistas del reino de Piémont-Sardaigne que quiere llevar a cabo por su provecho la unidad italiana. Con la ayuda de Francia ha podido expulsar a los Austriacos de la península, recobrar la Lombardía, anexar Modène, Parma y la Toscane. Merced a unos disturbios más o menos espontáneos en Romagne, ha anexado también tal provincia pontificia en 1859.
Frente a esas diversas amenazas, el Gobierno Pontificio trata de reorganizar su pequeño ejército, empresa que confía a un general francés prestigioso, La Moricière. La llamada a los católicos del mundo entero, para proporcionar recursos y hombres conoce un verdadero éxito y entre los voluntarios que acuden, los más conocidos quedan los Zuavos Pontificios. Eso no impide la continuación de los avances de Le Piémont : a raíz de la derrota de Castelfidardo, El Estado Pontificio queda amputado de Les Marches y de la Ombría, y así queda reducido tan sólo a Le Latium. La opinión católica mundial queda conmovida porque no acepta que el poder espiritual del Papa pueda ser independiente de su poder temporal, y los voluntarios siguen alistándose en las tropas pontificias. Los más de ellos son los Holandeses, lo que no deja de ser sorprendente, en efecto el Rey de Holanda es constitucionalmente de confesión calvinista y el protestantismo es, en el país , la religión de Estado. Verdad es que las provincias meridionales son masivamente católicas, hasta tal punto que en 1830, a causa de una revolución, unas de ellas, Llandes y Wallonie, han hecho una secesión para formar el Reino de Bélgica.
Ignace-Marie-Alphonse Wils nace pues en una familia burguesa de la Holanda católica; los parientes de su madre son unos emigrados franceses de la época revolucionaria, y eso explica la forma francesa de sus nombres, pasa lo mismo con su hermano mayor Auguste. Dos de sus tíos son sacerdotes, entre los cuales Henry, jesuita, por eso Ignace cursa sus estudios en diferentes establecimientos de tal orden, en Culembourg y luego en Sittard. La salida de su hermano para Roma suscita en él el mismo deseo de alistarse entre los Zuavos Pontificios, y a pesar de las reticencias de su familia inquieta a causa de su corta edad, se alista en el ejército pontificio a los 16 años, el 14 de octubre de 1865. Su carrera militar es rápida pero modesta comparada con la de su hermano, muy rápidamente nombrado teniente. Promovido al grado de Cabo el 6 de noviembre de 1866, llega a ser sargento el 6 de agosto de 1867. No gana mucha gloria en las batallas; si participa con entusiasmo en el combate de Monte-Lupino, el 22 de noviembre de 1867, frente a unos “rufianes”, en realidad unos partidarios de Garibaldi más o menos convencidos, por lo contrario se queda en la cama a causa de las fiebres durante casi cuatro meses en 1867 y así no participa en la batalla de Mentana, para su mayor desengaño.


Fuente: Patrick Nouaille-Degorce
21.870

Los Zuavos en el campamento Chalons



Los Zuavos disfrutaron de una inmensa popularidad durante el Segundo Imperio, debido sobre todo a lo exotico de su vestimenta.

Su valentía en combate, sobre todo durante la guerra de Crimea, en la cual ganaron honores y condecoraciones, que les hicieron estar orgullos de ello.

Se organizaron varias actuaciones en el campamento de Chalons, para el benepacito del emperador y de sus invitados. Las celebraciones árabes improvisadas en la tarde del 15 de septiembre de 1857 se realizó de nuevo en honor del Duque de Cambridge, dos días más tarde.
Los Zuavos se prestan voluntariamente a posar ante el lente de la cámara y Le Gray fotografiado de una manera totalmente diferente de la otros batallones. Él les hizo posar para una serie que narraba su vida cotidiana en el campamento.


Fuente: http://www.napoleon.org/en/special_dossier/chalons/zouaves/zouaves.html
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140 aniversario de la batalla de de Loigny


La batalla de Loigny se libró el 2 de diciembre de 1870 durante la campaña del Loira durante la Guerra Franco-prusiana de 1870-1871.


El ejército alemán comandado por el Gran Duque de Mecklemburgo que derrotó al ejército del Loira comandado por el general d'Aurelle de Paladines.
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El viaje del Zuavo: Recuerdos de un soldado de infantería de la 37ª División de África

El viaje del Zuavo es una fascinate biografía de un huerfano que lucha por sobrevivir a finales del siglo XIX en Francia. De joven, fue reclutado por la élite del tercer regimiento de Zuavos, luchó en las batallas históricas de 1917 y 1918, fue herido y sufrió graves intoxicaciones por gas. En 1920, regresó a una sociedad que pronto se olvidaron las penurias sufridas por su generación. El museo de Alfred Desmasures es el destinatario de los documentos administrativos relacionados con su infancia, así como su diario de guerra, cartas y otros recuerdos que perpetúan el sacrificio de los hombres de 1914-1918.

Este libro se basa en la información proporcionada por Achille Lecreux de la trigésimo séptima División de África. El viaje del Zuavo abarca un amplio espectro para los lectores que desean profundizar en los estudios históricos, culturales, militares y sociales de la época.
Acerca del Autor:

Marilene Patten Henry obtuvo su doctorado en lengua y literatura francesa en la Universidad de Virginia. Fue profesora en Germanna Community College y la Universidad George Mason, y fue decana académica de una escuela privada.
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Zoutube The Zouaves!






Este es un pequeño clip que juntos, mostrando los zuavos. Había un gran número de unidades de Zouave tanto en los ejércitos del Norte y del Sur. La unidad de zuavo más popular fue el NYVolunteers quinto. La primera imagen es uno de los zuavos franceses (que eran los que inició la locura total). Además, hay dos imágenes del sur de zuavos lanzado a la palestra, así, mantener los ojos bien abiertos.

This is a little clip I put together, showcasing the Zouaves. There were a large number of Zouave units in both the Northern and Southern armies. The most popular Zouave unit was the 5th N.Y.Volunteers. The First picture is one of the French Zouaves (they were the ones who started the whole craze). Also, there are two pictures of Southern Zouaves thrown into the fray, so, keep your eyes peeled.









Por: yakchirscarlson
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Boda Nacho Cantó - Mati Sempere


El pasado 16 de octubre tuvo lugar el enlace matrimonial entre Nacho Cantó y Mati Sempere en la Iglesia Parroquial de la Virgen de la Asunción de Bocairent.


Nacho Cantó es miembro de la filà Terç de Suavos, así como del grupo de amigos de Festa Avant!, y fue capitán del la filà en el año 1994.


Los miembros de Festa Avant! decidimos que Nacho y Mati se merecian una salida de la iglesia diferente a las demás, por ese motivo, hicimos un pasillo de cuatro componentes en cada lado en la puerta de la iglesia, formando así con los arcabuces de la filà una guardia de honor. A la salida de los novios, y a la orden de presenten armas y saluden, los novios salieron de la iglesia escoltados por los miembros de Festa Avant! (http://festaavant.blogspot.com/2010/10/aumenta-la-comunitat-de-lanell.html)


Desde aqui le damos la enhorabuena.
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150 aniversario de la Batalla de Castelfidardo


La batalla de Castelfidardo (18 de septiembre de 1860) enfrentó a las tropas piamontesas del general Cialdini contra las tropas pontificias del general Lamoricière.


Antecedentes

El futuro Reino de Italia se estaba gestando tanto por el norte monárquico y conservador como por un movimiento popular en el sur liderado por Garibaldi que el 7 de septiembre de ese mismo año había tomado Nápoles. Sin embargo, ambas realidades, norte y sur, quedaban divididas por el territorio de los Estados Pontificios que ocupaba toda la Italia central.

En el norte, Víctor Manuel II solicitó formalmente al papa Pío IX la entrega de Umbría y de Las Marcas a lo que el pontífice se negó. Tras la infructuosa petición, el siguiente paso de los piamonteses fue invadir los Estados Pontificios.


El ejército pontificio de Lamoricière marchaba camino de Ancona para reforzar sus defensas ante un posible ataque enemigo cuando el ejército piamontés le bloqueó el paso entre Osimo y Castelfidardo. El general francés Lamoricière se vio obligado a luchar allí mismo a pesar de saberse en inferioridad numérica.


Consecuencias

La lucha se libró en los terrenos cercanos al Monte Oro con la victoria de las tropas piamontesas. Aunque de gran importancia estratégica, desde el punto de vista militar la batalla no tuvo especial relevancia. Ni siquiera todos los efectivos de cada bando entraron en juego.
Tras la batalla de Castelfidardo los piamonteses tuvieron la vía libre para marchar hacia Nápoles y consiguieron la unión física con el sur sin amenazar directamente a Roma, evitando así cualquier intervención de Francia. La caída de Ancona el 30 de septiembre marcó la pérdida definitiva de Umbría y Las Marcas con lo que los Estados Pontificios se vieron reducidos a Roma y sus alrededores.


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