Reseña histórica de la filada de Zuavos de Bocairente año 1918

Año 1918

Capitán Agustín Calabuig 


Como final del inquilinato casa del patio estuvieron concurridas las sopadas, consecuencia de una de ellas fue echar el tío cojo (Tiraure) al (aranyo) Roselló de espaldas dentro del fuego, que a no ser por la ayuda de algunos comensales que se dieron prisa en sacarlo se hubiera quemado sin duda alguna, pero gracias a esto pudo salvarse del voraz elemento pagándolo la chicharra y la gorra del tío joder (Bulum).


Desgracias por efecto del blanco y negro hubo que lamentar algunas, pero merece especial mención la turca de Paula C. la víspera de las fiestas en el Casino bocairentino, que después de apurar algunos culicos de cola-coca se echó a la barriga un vasito del blanco que le puso colorado como un tomate, bravo como un novillo y sudando la gota gorda.


Salió nuestro hombre del referido casino con su correspondiente cuadrilla a dar un paseo

por los extramuros del pueblo con el finísimo objeto de tomar el viento, pero le pegó al revés este paseo, porque ya de vuelta y en la esquina del horno de la cruz empezó a rotar tan fuerte que no pudiendo contener la grande erupción tuvo que lanzar fuera de la barriga aquella mezcla que involuntariamente le había metido solo por complacer al cojo.


La entrada de este año se puede asegurar que fue como un extraordinario, en la que hubo un buen concurso de carrozas, que por ser el primer año que la filada de estudiantes reingresaba tomando parte en las fiestas, quiso dar a entender su esplendidez y buen gusto, lo que todos celebramos. En la retreta como siempre el desorden general, pero en particular el empeño de siempre de encender el farol de los dos bessons decanos Tomás y Miguel, lo que lograron aunque con gran disgusto de ellos al subir la barrera de regreso al maset.


Referente al paseo que tiene la comparsa de costumbre hacer antes de la procesión no hay que hablar, resultó lucidísimo y más aun llevando la pollería femenil en la fila de vanguardia que es lo que se lleva las miradas de propios y extraños, ver aquella marcialidad con que marchan las mozas y los mozos vale un potosí, el paso, el buen porte, la soltura y; sobre todo, la formalidad que está revestida la comparsa en este acto. 

Cualquiera que le sorprenda en el pueblo diría que es un ejército de regreso de una gran parada, esto es lo que salta a primera vista.


Sin duda a causa del exceso en la bebida y la cabeza ligera como joven, tuvimos que

presenciar un momento desagradable en la plaza de Juan de Juanes sucedido a José Moreta.


Este joven con algunos pajaritos en la cabeza formaba a la cabeza de una de las filas y al

pasar por delante de una joven forastera le hizo no sé qué seña y no sé qué acción. Lo cierto es que a uno de sus acompañantes le sentó muy mal aquella broma improvisada y empezó a buscar por los bolsillos de la americana no se qué cosa, pero el pobre no se encontró nada, o no quiso encontrarlo y se contentó con increparle con los puños mientras desfilaba alegre la comparsa sin hacer caso del aquel hombre que se quedó con deseos de venganza, pero con un palmo de narices.

Con motivo de la carestía de pólvora se disparó muy poco, por carecer de recursos la mayor parte de los individuos, pero en cambio a falta de esto el ingenio de algunos hace que en estos actos atraiga la curiosidad de la gente con alguno que otro atractivo propio de estos días.


Por iniciativa de algunos se expuso a la Junta de fiestas el dar piquete en la misa del Smo. Cristo como antes se hacía, y aceptada que fue la propuesta empezó este año a prestar este servicio nuestra filada alternando con los granaderos y resulta un acto más solemne y más concurrido de festeros que antes, y si bien son detalles pequeños no deben dejarse para recordar fechas pasadas.


Terminó la fiesta con gran satisfacción de todos por el buen tiempo que se presentó por la

concurrencia de forasteros y por lo animada que estuvo, porque la armonía de un pueblo entre las diferentes clases sociales no se sabe cuánto vale, mientras que las oposiciones entre estas clases hacen vivir en completa angustia.


El aixabegó fue uno de los de siempre, dolores de cabeza unos, dolores de estómago otros, y dolores de bolsillo los más; pero medio enfermos y ranqueando no dejó ninguno de acudir a la clásica paella que tan a gusto se toma estos casos, y tan sabrosa es después de algunos días de haber regalado con alguna greisuma.


A instancias del Sr. Julián Mora y del Sr. Patricio Vidal y otros tuvimos reaixabegó, esto es, una paella con algunas buscas, y casi fue la despedida del cuartel, porque ya no hicimos otra comilona en él y aquí acabó el maset del cuartel.


El servicio de sargento lo prestó José Cantó durante las fiestas, por cierto que quedó hasta la coronilla y sin ganas de reengancharse.


Nos sirvió la música nueva de la localidad que prestó un buen servicio por el precio de

425 pesetas, veinticinco plazas que junto con otros gastos después de haber reducido todo el presupuesto resultamos a 14,50 pesetas por individuo, dejando para paellas un remanente de 62 pesetas con 75 céntimos, quedó nombrado como representante Julián Castelló y como depositario José M° Vañó.


Bocairente 20 de febrero de 1918


Autor: Julián Castelló Silvestre (1876-1940)


Agustín Calabuig Belda


198.656

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